En los años recientes he dado cursos y taller de diversos temas, los cuales son para ambos géneros con excepción del “Autoestima Femenina Visión Masculina”, exclusivo para mujeres.
Una constante que he visto, sobre todo en este último taller, dónde al ser todas mujeres se expresan con más confianza, es que la mayoría, por no generalizar con un todas, se exigen mucho, o tal vez si me permites se exigen demás.
Son muy duras con ustedes mismas, si no están seguras de que es la respuesta correcta prefieren no contestar, si tienen una duda, pero no tienen clara la pregunta prefieren guardar silencio y quedarse con está.
Y entiendo porque pasa. Un hombre levanta la mano en un curso y en el momento no tiene clara la pregunta dice algo como: “tengo una pregunta, pero no sé cómo hacerla, hay algo que no entiendo, pero no sé qué es”, y no pasa nada. Pero si la misma frase sale de los labios de una mujer muchas veces genera comentarios, sonidos, murmullos, expresiones, entre otros; que obvio hacen a la persona sentirse menos, que se equivocó, que actuó mal, que es tonta, y otras más. Al final lo que causamos es que afectamos su autoestima, y no tengo que ser profeta, para saber que la próxima vez evitara exponerse. Sobre todo, porque este episodio que vivió no es su primera experiencia; fue el recordatorio de una vida llena de: cállate, tú que vas a saber, si no sabes lo que vas a preguntar no interrumpas, siempre estas igual, y algunas frases más, que seguro ya alguna llego a tu mente, al final actitudes castrantes con las que muchas han crecido.
Actitudes con las que consciente o inconscientemente, la sociedad, la familia, los amigos y en el ambiente laboral se va limitando a la mujer. Si eres hombre y no me crees puedes hacer dos cosas: preguntarle a una mujer, o la próxima vez que estés en un curso, taller o conferencia y se dé una situación similar observa que pasa.
Regresando a la situación anterior, de verdad es difícil olvidar ese momento, cambia el lenguaje corporal, su expresión; alguien que se quiere hacer pequeño, o un niño escondiéndose; tal vez puedo intentar explicar el sentimiento; como una mezcla de vergüenza o orgullo herido, con una profunda tristeza, y el enojo hacia ella misma; mientras se dice frases como: “te lo dije, no pregunte, cállate eres una…”.
Cuando en mis espacios, limito cualquier expresión de las mencionadas y busco apoyar la valentía de ella, y buscamos encontrar esa respuesta que necesita. Pero aun así muchas veces esa persona, deja de participar, se vuelve hermética.
En alguna ocasión una participante dejo de asistir al curso. Mantuvimos el contacto y la convencí de que lo volviera a tomar en una generación posterior, en la que por casualidad solo se inscribieron mujeres. Los logros y cambios en su vida fueron profundos e impresionantes. Para los que la conocían, fue una transformación de oruga a mariposa. Todavía hoy oye cosas como: “estás irreconocible”. Ella hoy es más plena y libre, en la búsqueda de sus sueños, y viviendo su felicidad.
En algunos de mis talleres dejo tareas. En una ocasión una participante me comento que no había logrado terminar la tarea ya que tenia tres hijos y un marido… (por cierto, ya aprendí que cuando una mujer me dice: “tengo “X” número de hijos y un marido”; lo que quiere decir es (X+1) o sea con quien estaba hablando tenía cuatro hijos).
La tarea era leer un libro, hacer un resumen y explicar cómo aplicarlo en su vida. Le comenté que no se preocupara que podría terminarlo la próxima semana, que lo importante era hacerlo.
Antes de empezar una sesión, pregunto: “¿Quién hizo la tarea?” Unos hacen un comentario sobre está, otros levantan la mano, otros se quedan en silencio, y no falta quien dice “no la hice muy orgulloso”, (si con “O” normalmente la persona que tiene esta actitud es hombre). En esta ocasión ella levanto la mano de que, si la había hecho, supuse que era para no sentirse mal ante el grupo por no haberla realizado. Después de preguntar, voy pasando con cada una de las personas que si la hicieron a revisar; no para confirmar que la hicieron, sino para revisar que los ejercicios estén en la línea que debe ser y así el curso cumpla su cometido. Decidí pasar por el lugar de esta persona, aunque sabía que no la había realizado, para cubrir su acto de levantar la mano. Esperando no ver nada en su carpeta. Mi sorpresa fue que sobre está estaba una libreta de taquigrafía con el resumen y la tarea realizada. Los revisé, le hice unos comentarios y proseguí con el taller.
En el descanso que hay en la sesión, la llame y le pregunte: “¿El por qué me había dicho que no había realizado la tarea? Sí, sí la había hecho”. Su respuesta fue “pero no estaba en los formatos que nos dio para la carpeta”. Me explico que lo anota en la libreta porque esa la puede llevar en la bolsa, y avanzar en los tiempos libres que va teniendo entre sus actividades diarias. Al final leyó el libro, hizo el resumen y el ejercicio con lo que había leído, pero como no estaba en el formato que les doy, y que va en sus carpetas ella no considero que la tarea estuviera hecha. Ha esto yo le llamo exigirse demasiado. Para mi realizo su tarea, la hizo con un gran esfuerzo, y estoy seguro de que si no lo paso a las hojas fue porque el día que intento hacerlo el cansancio de la jornada se lo impidió y se quedo dormida. ¿Qué otra cosa puedo pensar que le impidió completar esta transcripción?
La felicité y le expresé que me maravillaba su esfuerzo; que aún con sus actividades laborales, la casa y cuatro hijos lograba encontrar tiempo para hacer sus tareas. Acordamos que no ponerlo en los formatos no implicaba que no hubiera hecho la tarea.
Sobra aclarar que ella también fue un ejemplo en el curso, logró grandes cambios en su vida y provoco otros en su familia. Y no es difícil de lograrlo con ese compromiso y entrega.
Narró este caso entre otros que me han pasado, ya que mientras una mujer puede llegar a agobiarse por eso, nosotros los hombres podemos decir cosas como: “no la hice”, “la hice, pero no la termine”, “si la hice, pero la traigo en unas hojas sueltas” entre muchas más sin que esto nos quite el sueño.
Al final hacer las cosas bien y llevar un orden, son cosas que nos ayudan en el día a día, pero que el no hacerlas perfectas nos hagan sentir que no las hicimos o están mal no creo sea lo correcto. Tenemos que cambiar esta actitud y forma de pensar.
Ejemplo de lo anterior es que hoy al sacar dinero de un cajero automático, te puedo decir si quien lo lleno fue hombre o mujer. Pero esa es historia para otro día…
Sea en los cursos o sesiones que imparto, o porque soy muy observador. Veo una constante, en la dureza y exigencia con la que la mujer se trata. Puedo entender el origen de esto, pero hoy lo importante es que tú no seas tan dura, evita exigirte tanto, no creas que tienes que dominar algo al cien por ciento para hacerlo. Que tus ideas no tienen que ser validadas por nadie para ser buenas o ser valiosas, que puedes intentar hacer cosas nuevas y diferentes, y si no salen bien no pasa nada. Tu vida no tiene que seguir la ruta de un viaje trazado por alguien más…